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El amor, el último en salir por la puerta


Photo by Gabriel Benois on Unsplash

Terminar una relación es quizá el proceso más desafiante anímicamente, unos días se siente que se ha superado y al siguiente se está llorando por las memorias de lo que fue. Y es que sacar de la vida a una persona o tomar distancia sentimental es realizar un recorrido por el duelo y todas sus etapas: la negación, la ira, negociación, depresión y finalmente la aceptación de lo vivido y lo que se ha ido. Y para poder llegar a la etapa final de la aceptación, hay que dejar ir y no se trata de la presencia física, cuando hay una separación que así lo implique, sino dejar ir la necesidad de sufrir, de seguir atados al dolor, a la incertidumbre o a la indiferencia. Y aquí se trata de elegir-se, de decidir lo que se quiere vivir, de alejarse del sufrimiento y poco a poco acercarse a la tranquilidad. Todo esto se traduce en saberse suficiente, encontrarse uno mismo con sus luces y sus sombras y aceptarlas y así tomar decisiones que siempre estén encaminadas a la propia felicidad, tranquilidad y paz. Esto suena tan sencillo como tal vez es escribirlo, pero requiere de mucha determinación y coraje para siempre ponerse de número uno. Nos enseñaron a ceder en nuestra vida ese espacio de prioridad que debemos ocupar nosotros mismos.


Photo by Anthony Tuil on Unsplash

Pero así, poco a poco, tomando acciones pensando en nuestro bienestar es que finalmente un día uno se descubre liberado y sanado, sin pensar incesantemente en un futuro que no fue. Un día miras a la puerta y ves salir lenta y pausadamente ese sentimiento y esta vez lo dejar ir, porque el amor, el último en salir por la puerta. Y ahí es cuando empiezas de nuevo a vivir por ti.





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