Sin duda alguna el 2018 ha sido un año desafiante, movido en emociones, incluso podría decir que duro y difícil. Pero sin duda alguna todo eso que no fue como imaginaba, cada cosa que se salió de mi control y cada momento en el que sentía que me rompía por dentro trajo grandes regalos y bendiciones. Y no ha sido fácil llegar a esta conclusión, he tenido días oscuros, noches de lágrimas, de soledad y de ser muy, pero muy dura conmigo misma. Pero hoy, puedo decir con total certeza que soy bendecida por Dios, que me siento amada y cuidada por Él y que todo lo qué pasó fue perfecto. ¡Claro! No todo fue del modo que quería, no vivo la historia tal cual mi cabeza creo, pero soy feliz. Sin esos momentos no sabría de mi fortaleza y entereza, hoy conozco partes de mí que jamás había visto. Sé que quiero, pero también valoro lo que hoy está en mi vida. Este año me ayudó a romper la coraza que me separaba de mi misma, esa que yo misma durante años construí para alejarme de mi luz y mi verdadera esencia.
He llegado al límite de la desesperación y confrontación interna y allí en el borde, me encontré, me vi a los ojos y empecé el camino hacia mi misma, hacia el amor inmenso, el amor de Dios que me abraza y sostiene, ese que está en mí para dármelo primero y así amar a los demás desde un lugar más transparente y sincero. Tuve que cerrar puertas que no quería, terminar la relación con el hombre con el que quería una vida, me enfrente con mis miedos y tuve que soltar, soltar, soltar y soltar. Todo para empezar a reconstruirme con dedicación, amor y mucha luz. Reconstruirme desde otras bases, con cimientos hechos en MÍ, no en otros y así recobrar la relación más importante de todas, la que tengo conmigo misma. Este proceso no ha terminado, incluso creo que hasta ahora inicia, pero por primera vez en mucho tiempo me siento cómoda en mi piel, me gusto, valoro mis decisiones del pasado porque me han traído hasta aquí y empiezo a amarme profundamente.
Despido este 2018 con ilusión, agradecimiento y mucha luz por todo lo que me trajo. Así que 2019 aquí estoy con los brazos abiertos, expectante, deseosa de cada día que vendrá y confiada que podré con los momentos difíciles pero sobre todo que estoy preparada para la manifestación de la felicidad, la abundancia, el amor y la alegría que hoy reconozco en mí porque ¡por fin vuelvo a ser la protagonista de mi propia historia!
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