La vida cambia, siempre ha sido así. Pero nos resistimos tanto a esta verdad, asumiendo que todo debe ser como lo imaginamos o queremos, asumiendo que está en nuestras manos el control, creyendo que todo debe ser estable y tranquilo. La vida cada día nos muestra lo cambiante e inesperada que puede ser pero nos perdemos de la magia que reside en lo nuevo, en el reto que supone adaptarse y fluir. Pero de repente ya no hay más camino que el cambio, el adentrarnos en nuestra esencia, en nuestros hogares, en los ojos de quienes amamos.
Es ahora cuando la belleza empieza a tener sentido, cuando un abrazo realmente puede reconfortar y aliviar tus más grandes miedos. Las bases se quiebran, se rompen, de pronto el piso se cae a nuestros pies y todo es incierto. Pero florece en lo más profundo el amor, la solidaridad, reverdece lo realmente importante, el ego es silenciado por la voz del alma. Estamos pasando por momento para los que no estábamos preparados, en lo externo y en lo interno. Momento de reconstruirnos con bases sólidas pero hechas de otro material, de uno que en su misma vulnerabilidad encuentra la fortaleza. Este tiempo necesita mucha valentía, coraje, arraigo y profunda conexión con nosotros mismos. El afuera pierde un poco el sentido porque es adentro donde sucede la reconstrucción. Es adentro donde está la luz y en donde sucede la magia, magia que sin duda impactará el entorno, las costumbres, las miradas y la forma de cómo vemos la vida.
Dar ese salto de fe es todo lo que necesitamos, brincar sobre lo que creíamos debería ser la vida, el diario vivir, la economía, la sociedad, lo que debería ser el mundo. Saltar para darnos cuenta que podemos subir, cambiar la perspectiva, encontrarnos con el corazón palpitante del otro. Mirarnos de nuevo y reencontrarnos.
Es derrumbe no es fácil, lo sé. Pero estoy segura que los nuevos cimientos nos sostendrán mejor, le darán un mejor sentido a nuestra existencia, la palabra humanidad tendrá su real significado. Las fronteras se diluirán, el distanciamiento se evaporará, las diferencias se desvanecerán y solo permanecerá el mensaje que hace más de 2000 años ese hombre maravilloso llamado Jesús vino a entregarnos: el Amor. Saldremos adelante, subiremos porque el cambio que, es parte de la naturaleza, del cuerpo humano, del universo, sucede justo ahora en medio de ti, a través de ti y eso sin duda es una victoria.
Por: Shesyra Belalcázar Gutiérrez Marzo 19 de 2020
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